martes, 25 de marzo de 2008

De penas y efectos sin causa

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Pasando el mediodia, mientras intenta digerir algo que muy pocos considerarían alimento, Dario recuerda sus días en la calle; las bocinas de los taxis, que por mucho que las odiase le servían de despertador, el olor a lluvia, que tanto le gustaba y temía a la vez, y los carteles luminosos que con sus cientos de puntos formaban figuras indescifrables para su vista. En ese entonces las letras para él no eran más que dibujos inanimados, muertos.

De su boca escupe una sonrisa, casi forzada, cuando le vienen a la cabeza esas tardes enteras corriendo de vagón en vagón con su hermanito, al cual no ve hace 133 días. Días de encierro, los cuales aprendió a contar no gracias a la insistencia de los maestros sino por el dolor que sentía al estar tan lejos de su familia. Escapar juntos de los guardas del tren era su mayor diversión en esa vida, y según él, lo único que callaba los rugidos de su estómago.

Un fuerte grito lo saca de su ensueño. Otra vez, piensa... no entiende por qué algunos niños siguen cometiendo los mismos errores, acaso no se dieron cuenta que todo lo que ellos quieren es que permanezcan tranquilos, dentro de sí, como aquellas letras cuando para él no significaban nada. Inanimados, muertos.

Los golpes en la habitación de al lado suenan como truenos y los alaridos se escurren por todos los rincones del reformatorio, le recuerdan al llanto de Julián la noche en que fueron separados. El aire que se respira ahí dentro nunca fue tan denso, con sólo ver las caras del resto comprende que ellos no tienen la culpa, que esa paliza la debería estar sufriendo alguien mucho más responsable. Pero el sistema no entiende de responsabilidad, la justicia no sabe nada de causas y lo demuestra encerrando de por vida a un chico de 10 años, que en pleno cabildo y juramento, le abrió el cuello a una empanada gigante que, como burlándose, bailaba frente a las lágrimas de hambre de su hermano menor...
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1 comentario:

Anónimo dijo...

increible el final
muy bueno.
muy.

salute!
Juani
tipotez